No quería evitarla; la verdad era que esa tarde había fracasado
miserablemente al acompañarla no sólo al entrenamiento, sino también
después al salón. A veces se preguntaba si hacía esas cosas sólo para
probarse. Para ver si sus sentimientos habían desaparecido. Pero no era
así. Cuando la veía, quería estar con ella; cuando estaba con ella,
ansiaba tocarla; cuando le tocaba aunque fuera la mano, quería
abrazarla. Quería sentirla contra él como en el desván. Quería conocer
el sabor de su piel y el olor de su cabello. Quería hacerla reír. Quería
sentarse y escucharla hablar de libros hasta que se le cayeran las
orejas. Pero todo eso no lo podía querer, porque no lo podía tener, y
querer lo que no se podía tener sólo llevaba a la desesperación y la
locura.
Hola, soy Jazu de http://otherviewoftheworld.blogspot.com, venía a avisarte que nos hemos mudado y ahora nos encontramos acá http://detrasdelatinta.wordpress.com/
ResponderEliminarNos leemos.